Los óleos ponen de manifiesto las extraordinarias cualidades del pintor que hay en González Collado. La paleta se hace más austera. Deliberadamente se oscurece. Otra vez vuelve a surgir el pintor gallego, esto es, el artista que en su autenticidad hace resonar su propio subconsciente colectivo, formado por el susurro de una lengua, unas costumbres y una manera de vivir. A Coruña, 1981.

Laureano Álvarez

Collado posee unas dotes de excepción. Muerto Carlos Maside, no creo que haya en Galicia quien tenga un dibujo tan fino y elegante, y a la par, tan suelto, tan ágil, como González Collado. Santiago de Compostela, 1960.

J.M. López Nogueira

González Collado se sitúa en la naturaleza como punto de partida para sus búsquedas. Pero la fantasía de su imaginación le permite recrear un mundo presidido por el ensueño, la musicalidad de unas armonías rítmicas y las sinfonías coloreadas. Es una transfiguración de lo real. De esta manera, continúa la gran tradición del arte de una trasposición de la naturaleza. Madrid, 1977.

J. R. Alfaro. Crítico de arte

José María González Collado es un gallego de Ferrol que hace años llegó a Madrid con su carpeta de dibujos y su acento inconfundible. Le vimos acercarse a grupos literarios, artísticos, hacer retratos de café, perpetuar sobre la marcha una cabeza más o menos inmortal. José María ha trabajado mucho, ha hecho de todo, y se encuentra ya instalado en su nombre y en su obra. Ahora expone en Valladolid. (...) Habla con dulzura de su tierra y casi siempre muy bajo (yo creo que el único gallego que se ha permitido hablar alto en Madrid fue Don Ramón del Valle-Inclán). Fino retratista, acuarelista enamorado, González Collado es artista con quien uno ha compartido inquietudes y dichas. Le he visto crecer a mi lado y he visto crecer a sus hijas hasta la altura de mi caricia. Hoy, José María es un artista seguro. El Norte de Castilla. 8 de Enero de 1967.

Francisco Umbral